CULTURA NEOLÍTICA EN ALMERÍA.
LA CULTURA DEL NEOLÍTICO EN ALMERÍA
1. Cultura de Almería
Las
investigaciones arqueológicas efectuadas
hasta ahora, nos indican que en Almería, el principio de la ocupación
humana se remonta al neolítico final conocido como Cultura de Almería y en él
se produce un cambio en el modo de vida de los grupos humanos que
paulatinamente van pasando del nomadismo a la sedentarización permanente con la
construcción de poblados más complejos, mejor defendidos y equipados con silos
para almacenamiento de comestibles que demuestran su idea de permanecer en
ellos por tiempo indefinido.
Avanzado el
tercer milenio a.C. sucede un cambio en la estructura de estos poblados que se
fortifican con grandes murallas, se jalonan los alrededores de torres o
fortines de vigilancia y defensivos, se construyen necrópolis junto a ellos y
lo más importante a nivel de tecnología, aparece la metalurgia del cobre. No
hay restos de esta clase de asentamientos en nuestro municipio, pero si
bastante cerca, concretamente en Rioja, en la Mesica del Abriojal y en los
cerros de la Chinchilla y el cementerio.
Este periodo se
conoce como edad del Cobre, pero en esta zona del sureste se le denomina
Cultura de los Millares, al ser este el poblado el más representativo de esta época.
A comienzos del II milenio a.C. muchos de estos poblados fortificados se
abandonan y surgen otros nuevos como los del cerro del Rayo y cerro de Enmedio
en Pechina, cerro del Fuerte en Rioja, el Castillejo en Gádor y otros repartidos por la provincia como el
que da nombre a esta nueva etapa, el Argar de Antas.
Los poblados argáricos se localizan en los rebordes montañosos en cuyas laderas se adaptan las construcciones de viviendas que contienen hogares domésticos, así como bancos corridos, tinajas de almacenamiento, útiles de trabajo artesano etc. Los enterramientos se encuentran dentro del poblado y presentan tres formas diferentes: en urnas o pithoi, en cistas que eran un foso revestido de grandes lajas de piedra y en covachas excavadas en la roca.
Entre los siglos X y V a.C. se suceden las visitas a la Península de los pueblos fenicios, griegos y cartagineses, unos como invasores, tratando de imponer su dominio sobre los pobladores autóctonos a base de la fuerza y otros simplemente como comerciantes, intentando el intercambio de sus productos manufacturados por materia prima indígena, sobre todo oro, cobre, plata o plomo. Estos pueblos, bastante más avanzados que los indígenas, les aportaron nuevas tecnologías y también influyeron en el surgimiento o formación de la Cultura Ibérica como resultado de la mezcla de estas culturas con las autóctonas.
El acceso al yacimiento está indicado. Se encuentra dentro del municipio de Santa Fe de Mondújar, a 17 km de Almería. A la derecha de la carretera se encuentra la entrada y un edificio que hace las veces de centro de interpretación.
Descripción general del yacimiento:
El yacimiento está situado sobre una meseta en forma de espolón en la confluencia de la rambla del río Huéchar con el río Andarax, situado en el municipio de Santa Fe de Mondújar, a 17 km de Almería. Aunque hubo alguna ocupación previa, cuando se ocupa definitivamente para dar lugar al gran poblado metalúrgico, se planifica un espacio rodeado de tres líneas de fortificación. En su época de apogeo, se refuerza con torres y bastiones y se construye la gran muralla exterior en el espacio más vulnerable entre los dos ríos, donde destaca la puerta de entrada compuesta de dos torres barbacanas de gran complejidad defensiva. En las últimas fases, definidas por la aparición del vaso campaniforme, se inutilizan progresivamente las líneas de muralla hasta llegar a la primitiva ciudadela, donde tenemos los hallazgos más antiguos y más modernos de los Millares. Parece ser que el origen del poblado es la ciudadela, y cuando el poblado involuciona, vuelve a ser la ciudadela el último reducto de la población de los Millares.
Han sido localizados hasta 15 fortines, fuera de la muralla exterior, al sur y este del asentamiento, que en sus mejores tiempos pudo albergar una población de 1500 habitantes. Desde estos fortines se tiene visibilidad sobre cada uno de ellos, sobre el poblado y sobre la necrópolis que se extiende frente a la muralla exterior, que, cuyas tumbas, en número aproximado de 100, suelen tomar el aspecto de tholoi.
Los tholoi solían constar de un atrio destinado a la celebración de rituales funerarios, un corredor de lajas de pizarra perforadas, nichos laterales para enterramientos infantiles y una cámara sepulcral colectiva en forma circular, con zócalo de pizarra y cubierta de falsa cúpula. El conjunto se recubre con un túmulo de tierra y piedras. Los muertos eran sometidos primero a un proceso de descarnación natural a la interperie, sobre todo por la acción de aves carroñeras, y una vez reducido a la osamenta, se incorporaba al interior de la tumba con su ajuar.
El sistema constructivo de los fortines es similar al del poblado: una o varias murallas reforzadas con torres que rodean un espacio central pequeño, a veces con torreón central incluido. El sistema defensivo de los Millares debió tener una función disuasoria frente a comunidades próximas, identificadas por sus sepulcros megalíticos, a fin de asegurar el control de los recursos mineros de cobre de la cercana sierra de Gádor y agrícolas de las habitantes de los Millares, pero también como lugares de producción o almacenamiento.
Castillejo de Gádor |
Los poblados argáricos se localizan en los rebordes montañosos en cuyas laderas se adaptan las construcciones de viviendas que contienen hogares domésticos, así como bancos corridos, tinajas de almacenamiento, útiles de trabajo artesano etc. Los enterramientos se encuentran dentro del poblado y presentan tres formas diferentes: en urnas o pithoi, en cistas que eran un foso revestido de grandes lajas de piedra y en covachas excavadas en la roca.
Entre los siglos X y V a.C. se suceden las visitas a la Península de los pueblos fenicios, griegos y cartagineses, unos como invasores, tratando de imponer su dominio sobre los pobladores autóctonos a base de la fuerza y otros simplemente como comerciantes, intentando el intercambio de sus productos manufacturados por materia prima indígena, sobre todo oro, cobre, plata o plomo. Estos pueblos, bastante más avanzados que los indígenas, les aportaron nuevas tecnologías y también influyeron en el surgimiento o formación de la Cultura Ibérica como resultado de la mezcla de estas culturas con las autóctonas.
La cultura
almeriense se formó en la costa mediterránea de la península ibérica por
influencias orientales hacia el 3000 a. C.
Después de una
primera emigración oriental antes del 4000 a. C. que dio lugar a la cultura de
las cuevas, una segunda ola, de origen posiblemente sirio, originó la cultura
almeriense.
Su llegada no
fue en gran número pero se prolongó durante siglos y así influyó decisivamente
en la cultura y la lengua e introdujeron un nuevo elemento étnico mezclado con
la población local. Los emigrantes no siempre se establecían para siempre en la
zona mediterránea sino que a menudo volvían a sus lugares de origen. La fusión
se produjo por el gran espacio de tiempo y el gran número de personas que participaron
en estos contactos y los matrimonios mixtos que tuvieron lugar durante el mismo
período. También la estabilidad social (no hubo ni guerras ni conflictos graves
en todo el periodo) contribuyó a su arraigo y desarrollo.
Los emigrantes
aportaron ídolos-placas de tipo Egeo, o tumbas colectivas derivadas de las
Tholos características del Neolítico chipriota (hacia el 3700 a 2300 a. C.).
Las colonias constituidas eran auténticos núcleos de irradiación cultural hacia
el interior, y dieron origen a las culturas megalíticas.
Ídolo |
Entrada tumba colectiva Los Millares
|
Entre el 3.000 y
el 2.500 a.C. ocuparon el sudeste peninsular un pueblo de colonizadores
procedentes, también, del Mediterráneo. Este pueblo se superpone a las culturas
de las cuevas de la zona, extendiéndose por el levante español. Lo cierto es
que es difícil delimitar su cronología, ya que entre el final del Neolítico y
el inicio del Calcolítico (Edad del Cobre) es complicado determinar una
frontera.
2. Cultura
material:
En la Cultura de
Almería no se aprecian cambios significativos en cuanto a los utensilios
utilizados con respecto a los momentos anteriores del Neolítico.
En los distintos
yacimientos se han encontrado herramientas elaboradas en piedra tallada o
pulimentada y en hueso. Destacan la gran cantidad de molinos de mano que se han
encontrado en sus principales yacimientos.
En cuanto a su
cerámica se caracteriza por ser lisa con forma ovoide, con asas y base cónica.
3. Estilos de vida
Dentro de los
dos estilos de vida del Neolítico está el del Neolítico de cuevas (como el caso de
la Cerámica Cardial y la Cerámica Almagra) y la del Neolítico de poblados, más
propio de un pueblo más sedentarizado, y con una actividad agrícola importante,
que se asentará en valles fluviales.
Del primero de
ellos (los habitantes de las cuevas) continuarán durante este período. Por el
contrario, los asentamientos al aire libre, origen de estos primeros poblados
surgirán en el área de Almería, así como en la zona del Bajo Guadalquivir.
Estos poblados
no siguen ningún modelo urbanístico predefinido, son simples agrupaciones de
cabañas con planta circular, con unos muros levantados en un zócalo de piedra,
y levantados en adobe y madera, que también servía para la cubierta.
La actividad
agrícola se desarrollo mucho (a diferencia de las culturas neolíticas andaluzas
anteriores en las que la ganadería tuvo una mayor importancia), como puede
apreciarse en los hallazgos realizados en el sudeste peninsular, donde se han
encontrado gran cantidad de molinos de mano para moler el grano.
Comentarios
Publicar un comentario