TESORO DE TORREDONJIMENO
TESORO DE TORREDONJIMENO
1. Introducción:
En Torredonjimeno se encontró uno de los pocos tesoros de época visigoda hallados en España, y está considerado uno de los más importantes de ese periodo histórico junto al de Guarrazar (Toledo). De hecho, se trata de un conjunto excepcional y de gran valor, que fue encontrado de forma accidental por el agricultor Francisco Arjona en el año 1926mientras realizada tareas agrícolas a dos kilómetros del casco urbano.
El agricultor pensó que se trataba de piezas metálicas que carecían de valor, así que sirvieron como como juguete a sus hijos hasta que unos compradores de oro y antigüedades de Porcuna lo adquirieron. Finalmente, y por diversos azares, acabó repartido en tres importantes museos españoles: el Nacional de Arqueología en Madrid, el Arqueológico Provincial de Córdoba y el Museu d´Árqueología de Catalunya, donde continúan las diversas piezas.

2. Descubrimiento:
En 1926 el labriego Francisco Arjona encontró en Torredonjimeno, bajo un hueco que dejaban unas piedras, y envuelto en un bloque de yeso, un envoltorio de alhajas brillantes. Las envolvió en un zurrón y las mostró al propietario del terreno, quien no las otorgó importancia alguna. En 1933 unos chamarileros llegaron al pueblo comprando oro viejo de puerta en puerta, consiguiendo en dos lotes las piezas halladas siete años antes, y que habían estado en manos de los hijos del descubridor a modo de juguete, llegando a manos de anticuarios, y de éstos, al Museo Arqueológico Nacional y provincial de Córdoba.

3. Historia:
El Tesoro de Torredonjimeno, fue descubierto de manera casual en el años 1926. Un labrador llamado Francisco Arjona, lo encontro mientras cavaba los olivos en una finca, situada en el paraje denominado “Majanos de Garañón”. Habían sido guardadas allí con cierto cuidado, pues el escondrijo estaba protegido con algunas obras de mampostería de piedras y cal. El obrero debió de tropezar con un conjunto de objetos de oro recubiertos de tierra, que mostró al dueño de la propiedad. Éste no dio valor alguno al hallazgo que el citado obrero llevó a su casa. Ante el poco valor dado a su hallazgo, Arjona abandonó aquellas joyas en el desván de su casa donde sirvieron de juguete a sus hijos varios años.
Así fue destruyéndose aquel hallazgo, hasta que en 1933, unos compradores de oro y antigüedades de Porcuna dieron con aquel escondrijo y se llevaron un primer lote que fue adquirido por un chamarilero de Córdoba, que lo vendió al Museo Arqueológico Nacional por una pequeña cantidad. Un segundo lote iría a parar pocos días después al Museo Arqueológico Provincial de Córdoba. Entre los meses de enero y mayo de 1935 el mecenas barcelonés, Damián Mateu, ingresó en la sección de Arqueología de los Museos de Arte de Barcelona un nuevo lote que pasó a formar parte aquel mismo año de las colecciones del nuevo Museu d’ Arqueología de Catalunya. Después de la Guerra Civil el lote se enriqueció con la adquisición a una anticuario llamado Juan Rodríguez de una nueva cruz votiva. Finalmente, la colección del Museu d’ Arqueologia de Catalunya se completó con el ingreso, en 1949, de la colección de Josep Graells, que sirvió para complementar alguna de las piezas ya existentes en el museo y para esclarecer la naturaleza de otros objetos que forman el tesoro.
No sería hasta el año 2003, setenta y siete años después de su hallazgo, cuando se volvieron a reunir todas sus piezas en la exposición itinerante “Torredonjimeno: Tesoro, Monarquía y Liturgia” organizada por el Museu d´Arqueologia de Catalunya, el Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba y El Museo Arqueológico Nacional. En esta exposición al más alto nivel, se consiguió reunir por vez primera todo el conjunto del tesoro, en la que se pudo “descubrir” el valor artístico y cultural de un tesoro algo olvidado y que supuso una puesta en valor del mismo.
Con la inauguración de este centro de interpretación del Tesoro de Torredonjimeno, la ciudad recupera una parte de su historia y de su identidad cultural. Ochenta y cuatro años después de su descubrimiento el Tesoro vuelve a Torredonjimeno, en una sede estable donde se pueden ver la totalidad del conjunto en el marco del Castillo.
4. Historia de Torredonjimeno.
La
situación geográfica de Torredonjimeno, ubicado en una zona de tierras
fértiles, sin accidentes geográficos importantes y en un cruce de caminos que
pone en contacto las tierras de Jaén con la campiña cordobesa, ha permitido la
presencia de las comunidades humanas a lo largo de la historia.
Los
yacimientos arqueológicos que se dispersan por su término son abundantísimos y
abarcan desde el Paleolítico hasta nuestros días. Poblamientos ibéricos, villas
romanas se prodigan en parajes como Santo Nicasio, la Fuente de Don Sancho, la
Atalaya, el Molino del Cubo, el Cerro Buitreras, etc., aunque quizá los más
importantes restos se conserven en la Torre de Vénzala, Fuencubierta, el
Alcázar y el propio Castillo.
Hay
que resaltar que los restos arqueológicos han aparecido desde tiempos
inmemoriales y que son muchas las noticias que se recogen, a lo largo de la
historia, del descubrimiento de tal o cual lápida, inscripción, mosaico,
industrias líticas o cerámicas, esculturas, etc.
Los
datos más antiguos nos retrotraen a la existencia de un poblamiento ibérico
denominado Tosiria (de ahí el gentilicio aplicado a los habitantes de
Torredonjimeno, "tosirianos") que tras la conquista romana consiguió,
unido a Martos, la calificación de Colonia con el nombre de Augusta Gémina.
Tras
las invasiones de los pueblos bárbaros las noticias vuelven a hacerse muy
escasas. A pesar de ello debió persistir poblamiento como testifica la
aparición, en el año 1.926, de un tesoro
visigodo muy similar al de Guarrazar, compuesto por coronas votivas y varias
cruces. Procedía de un taller de categoría, posiblemente de Sevilla y estaba
dedicado a las Santas Justa y Rufina, fechado en el siglo VII, muy influenciado
por el estilo bizantino. Después de su aparición (en un lugar conocido como los
Májanos de Garañón) fue parcialmente destruido, quedando los restos repartidos
entre los museos de Madrid, Barcelona y Córdoba.
De
la larguísima etapa hispano-musulmana se conocen escasas noticias. Cabe
destacar su inclusión como parte integrante del término de Martos,
manteniéndose como un enclave similar y de control de comunicaciones del Iqlim
de aquella ciudad como se desprende de los restos almohades y nazaritas que han
llegado a nuestros días.
En
1.224 pasó a formar parte de la corona castellana y unos años después, Fernando
III otorgaría todo este territorio de la campiña a la Orden Militar de
Calatrava para que la defendieses y repoblase como frontera que fue hasta bien
avanzado el siglo XV.
Esta
condición de frontera determinó el alzamiento de una buena cantidad de atalayas
que vigilaran el territorio y que aún se conservan: la Torre de Fuencubierta,
la Torre del Alcázar y la existente en Vénzala.
De
esta época nace su actual denominación que hace alusión a la existencia de un
enclave militar (Torre) y al nombre de uno de sus primeros alcaides (Don Ximeno
de Raya). En torno a este núcleo original se amplió la población hasta alcanzar
una entidad media hacia el siglo XIV.
En
el año 1.275 tuvo lugar en la población uno de los acontecimientos señalados de
su historia. Con motivo de la campaña desarrollada por el rey granadino
Muhammad II, con la ayuda de los musulmanes marroquíes, contra la frontera
jiennense, el arzobispo de Toledo e Infante de Aragón (Don Sancho, hijo del rey
Jaime el Conquistador) se adelantó en una escaramuza previa a la llegada del
grueso de las tropas castellanas; a consecuencia de dicha imprudencia fue hecho
cautivo en un lugar muy cercano a la actual ciudad de Torredonjimeno. Como se
entablara discusión entre los musulmanes sobre qué rey debía entregarse un
cautivo de tanta importancia (si el marroquí o al granadino) uno de los
caballeros para evitar el enfrentamiento entre ellos lo mató, cortando y
entregando la cabeza a los norteafricanos y la mano derecha, con el anillo
episcopal, a los nazaritas. Desde ese momento, aquel lugar, por donde discurría
un manantial se denominó la Fuente de Don Sancho.
Hacia
1.369, en pleno etapa fronteriza de esta zona, Torredonjimeno disponía ya de un
recinto amurallado que defendía el conjunto de la ciudad y que hoy se puede
reconstruir gracias a la pervivencia o recuperación de los nombres históricos
de sus calles y plazas: Puerta de Córdoba, Postiguillo, Adarvejos, la Muralla,
Puerta de Martos, la Cerca, Puerta de Jaén, etc.
Con
estas defensas, pudo Torredonjimeno resistir otra nueva incursión de los
ejércitos musulmanes llevada a cabo en el año 1.471. Estos consiguieron en un
principio una buena cantidad de bienes y cautivos, entre estos dos hijas del
mismo alcaide del Castillo, Diego Fernández de Martos, que fueron llevadas a
Granada y que tiempo después serían elevadas a los altares con el nombre de
Santas Juana y María.
En
la batalla posterior, las tropas castellanas comandadas por Diego López
Pacheco, Marqués de Villena y Mayordomo mayor de Isabel I, vencieron a los
musulmanes. En acción de gracias por dicha victoria, el Marqués de Villena
mandó edificar la ermita de la Virgen de Consolación.
Hacia
el año 1.526, cuando el emperador Carlos se dirigía hacia Sevilla para contraer
matrimonio con Isabel de Portugal, hizo estancia en Torredonjimeno,
hospedándose en el Palacio de Gonzalo de Villalta, Comendador de la Peña de
Martos y hombre muy cercano a Carlos I.
El
año 1.558 es decisivo para la historia de Torredonjimeno. Dicho año la princesa
Juana de Austria, gobernadora de los reinos de la Monarquía en ausencia de
Felipe II, concede la independencia de la Villa, apartándola definitivamente de
su dependencia histórica de Martos. A través de un privilegio (que se conserva
aún en el Archivo Municipal) se concede la plena jurisdicción, civil y
criminal, su término, cotos, etc., a cambio del pago de 9.000 ducados a la
Hacienda Real.
El
siglo XVI fue una etapa de expansión y prosperidad que se romperá
dramáticamente a lo largo de la centuria siguiente.
El
siglo XVII conocerá malas cosechas, epidemias, hambres, caída de la población,
etc. A pesar de ello, en el año 1.637 se iniciará la construcción de uno de los
más bellos edificios de la ciudad, su Ayuntamiento.
Del
llamado siglo de las luces, el XVIII, hay que destacar el proceso lento de
recuperación de la economía, del número de habitantes y de su vida social.
Fruto de ello, va a ser la elaboración, en el año 1.773 de las nuevas
Ordenanzas Municipales, muy del estilo de la nueva sociedad ilustrada que
intentaba abrirse paso en el reinado de Carlos III.
Después
de sufrida la Guerra de la Independencia, que también se hizo sentir, de
diferentes maneras, en esta zona, encontramos como destacable la instauración
de una Feria anual de Ganada por el mes de Septiembre. Dicho acuerdo se adoptó
el año 1.854.
Para
finalizar, destacar la temprana aparición del movimiento obrero en
Torredonjimeno, con la creación de Sociedades Obreras como la denominada
"El Porvenir del Trabajo", que ya en el año 1.905 planteaba sus
reivindicaciones laborales; en 1.911 el rey Alfonso XIII concede el titulo de
Cuidad a la localidad de Torredonjimeno.
En
el año 2005 Torredonjimeno es declarado por la Consejería de Cultura de la
Junta de Andalucía, Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto
Histórico, como reconocimiento a los valores históricos, urbanísticos de la
ciudad.
5. Los materiales
Los materiales de Torredonjimeno se reparten principalmente entre el Museo de Arqueología de Cataluña (MAC) y el Museo Arqueológico de Córdoba (MAECO), y en menor medida en el Museo Arqueológico Nacional (MAN), y se conservan en su mayor parte muy fragmentados .
El conjunto está formado principalmente por restos de cruces, en su mayor parte incompletas, incluyendo cruces laminares lisas o decoradas; con engastes o tabicadas, entre otras. Se documentan también cadenas, elementos de suspensión y numerosos restos de colgantes, correspondientes en su mayor parte a cruces y coronas, destacando los colgantes de letras tabicadas, que pertenecieron a coronas regias o un ejemplar con forma de Alfa, muy similar al documentado en Guarrazar. Sobresale la corona conservada en el MNAC, cuya inscripción nos habla de la dedicación a las santas Justa y Rufina, cuyo culto se atribuye a San Isidoro, obispo de Sevilla entre el 600 y el 636. El inventario se completa con restos de vajilla y otros fragmentos de interpretación funcional dudosa.
Metales:
En el caso de Torredonjimeno observamos una mayor heterogeneidad de las aleaciones respecto al de Guarrazar, predominando por lo general unos oros más devaluados, aunque en algún caso también se documentan oros de mayor pureza, como el utilizado en algunas de las letras tabicadas. Sin embargo, el principal aspecto a destacar es la alta presencia de piezas de plata dorada, empleándose para este fin la técnica del dorado por amalgama con mercurio. El estudio de las materias primas metálicas de ambos conjuntos evidencia importantes diferencias de taller y señala la mayor dificultad a los recursos por parte de los orfebres de Torredonjimeno, cuyas piezas parecen haber sido concebidas para un espectro social más amplio que las del conjunto toledano.
Gemas y vidrios
En Torredonjimeno se muestra, a diferencia del tesoro de Guarrazar, un mayor número de vidrios y una menor diversidad de las gemas utilizadas. Se han identificado amatistas; esmeraldas; nácar; granates; cuarzos y zafiros. En este caso contamos con menos datos sobre la procedencia de estas gemas, coincidiendo la de dos esmeraldas con las minas de Habachtal. Los vidrios sintéticos, que probablemente fueron empleados no como un complemento ornamental, sino para sustituir a las gemas, muestran mayor diversidad que los de Guarrazar, documentándose cuatro sistemas de composición: vidrios sódico-cálcicos, con contenidos medios o bajos de plomo; vidrios de silicato, y vidrios de silicato potásico-cálcico con óxido de plomo.
5. Centro de Interpretación:
La visita al Centro de Interpretación del Tesoro Visigodo de Torredonjimeno, comienza en el espacio de acogida, como punto informativo y de atención a los visitante. Desde aquí iniciamos la visita
Sala I. El mundo visigodo.
En esta sala se introducirá al visitante en las particularidades el mundo visigodo, proporcionando una información que contextualice el tesoro y le aporte la significación cultural de la historia y cultura visigoda. Se completa con un punto interactivo para
Sala II: Audiovisual.
Una vez asumido el papel cultural de mundo visigodo como contexto del Tesoro, el visitante podrá acceder a un espacio en el que recibe la primera información concreta acerca de la colección que centra el discurso. El guión de esta producción audiovisual presentado en formato envolvente de doble pantalla presenta la colección a través de la íntima relación que la misma guarda con su contexto histórico y con su historia contemporánea desde su descubrimiento.
Sala III: La Cámara del Tesoro.
El acceso a la última sala del centro de interpretación presenta la reproducción fidedigna del Tesoro de Torredonjimeno. En esta sala, la interpretación se centrará exclusivamente en aspectos vinculados a la propia colección, explicando su descubrimiento, estructura general y análisis particularizado de las piezas más importantes.
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