VALDÉS LEAL

VALDÉS LEAL

1.Biografia:

(Sevilla, 1622-1690). Pintor y grabador español. Artista estrictamente contemporáneo de Murillo, fue su mayor rival pictórico en la Sevilla de su tiempo. La comparación entre ambos pintores ha sido frecuente, alentada artificialmente por el carácter de las obras de ambos: si la de Murillo se vislumbraba como la expresión misma de la dulzura y la calma, la aspereza y el dramatismo de la obra de Valdés Leal y, sobre todo, la truculencia extrema de sus obras más conocidas, las vánitas de la iglesia de la Caridad de Sevilla, sirven para confirmar la dicotomía. Pero, a pesar del carácter difícil con el que aparece retratado en las fuentes, lo cierto es que la obra de Valdés Leal es bastante variada y se encuentra en la línea de la pintura que se realizaba en su entorno. No sabemos en qué fecha se trasladó a Córdoba, aunque previsiblemente había realizado ya una primera formación artística en su ciudad natal. Se ha especulado con su acercamiento al taller de Herrera el Viejo, y también al arte del cordobés Antonio del Castillo, como posibles influencias para su primera obra firmada y fechada conocida, el San Andrés de la iglesia de San Francisco de Córdoba, de 1647. En ella sabe combinar con visible acierto la monumentalidad de la figura del santo con el acercamiento naturalista. En 1656 se establece en Sevilla, donde desarrollará la mayor parte de su vida. En 1660 aparece entre los creadores de la Academia de Dibujo, de la que en 1663 llegará a ser presidente. Al año siguiente establece Palomino su viaje a la corte y a El Escorial, un periplo que todavía puede entenderse de aprendizaje, impulsado por su afán de conocer las obras de los grandes maestros presentes en las colecciones reales. En 1667 ingresa en la Hermandad de la Caridad de Sevilla, cuyo fundador había sido Miguel de Mañara, el noble visionario autor del escatológico Discurso de la Verdad, al que Valdés permanecerá unido en adelante. En 1671, Valdés Leal tiene la oportunidad de trabajar como arquitecto en las decoraciones efímeras que hace instalar la catedral de Sevilla para celebrar la canonización de san Fernando. Gracias a estos trabajos Palomino le define como «gran dibujante, perspectivo y arquitecto». Además, realiza dos grabados, reproduciendo sus obras en la catedral, para el libro de Fernando Torres Farfán que celebraba dicha efeméride, lo que nos permite conocer su trabajo como arquitecto. Son éstas sus obras más importantes como creador de estampas, aunque también se conocen su grabado de la custodia de la catedral, un autorretrato y la imagen póstuma de Miguel de Mañara. En 1672 se encuentra en Córdoba, ocasión que aprovecha Palomino para conocerle personalmente. Ello otorga más valor a la afirmación del tratadista cordobés sobre el interés literario de Valdés Leal, pues le hace poseedor de «el ornato de todas las buenas letras, sin olvidar las de la poesía». Poco tiempo antes de su muerte sufrió una enfermedad que le impidió seguir trabajando, obligándole a dejar los encargos que mantenía en manos de su hijo, pintor en su obrador. Entre sus primeras obras es interesante destacar La retirada de los sarracenos (1652-1653), donde el tema bélico le sirve para desarrollar una primera muestra de vitalidad desbordante, una composición pletórica de un movimiento exuberante en la que, además, abre su paleta a la luminosidad y a un colorido plenamente barrocos. Su trabajo en Sevilla se desarrolló sin interrupción y, a pesar de la crisis generalizada en la que vivió sumergida la ciudad durante toda la segunda mitad del siglo XVII, nunca le faltaron encargos para las distintas órdenes e iglesias del lugar. No obstante lo irregular de su obra, demostró ser muy versátil tanto en la aplicación del color como en la utilización de la luz vivamente contrastada, haciendo alarde, en ocasiones, de una pincelada rápida y pastosa. Su técnica, tan cercana a otros artistas de su generación -como Herrera el Mozo, de quien tanto aprendería-, sabía transmitir el vibrante impulso que gustaba dar a sus composiciones, plenas de movimiento y dinamismo, construidas a menudo dentro de suntuosas arquitecturas. Sus obras más famosas son las que realizó para la iglesia de la Santa Caridad de Sevilla que también gozaron de gran fama en su tiempo. El monumental lienzo de La exaltación de la cruz, pintado entre 1684 y 1685, es un auténtico y eficaz despliegue de la oratoria barroca más exaltada puesta al servicio de la fe. En la década anterior, hacia 1671-1672, Valdés Leal llevó a cabo sus obras más intensas: las dos soberbias Postrimerías a través de las cuales Mañara predicaba con pasión el abandono de los bienes terrenales. La riqueza en los detalles de los objetos no rompe la violencia macabra de la escena, sino que la refuerza y potencia. En el Prado se encuentran doce lienzos relacionados con Valdés Leal, casi todos ellos llegados a la institución a través de adquisiciones o donaciones. Uno solo, una atribución, San Fernando arrodillado, se encontraba en las colecciones reales, y entró en el Prado procedente del monasterio de El Escorial. Se encuentra también en el Prado una de sus obras más interesantes: Jesús disputando con los doctores, que es su última pintura firmada y datada (1686) conocida. Se trata de un lienzo que muestra al pintor pleno de facultades y sin atisbo de decadencia, capaz de llevar a cabo una gran disposición teatral de imponentes arquitecturas, resuelta con una especial sensibilidad para lograr riquísimos matices coloristas.

 

Primera estancia en Córdoba (1647-1649)

No se tienen noticias documentales del pintor, posteriores a la partida de bautismo, hasta abril de 1647 cuando cerca de cumplir los 25 años se publicaron las amonestaciones matrimoniales en la iglesia de San Vicente de Sevilla. El 14 de julio, dispensado de las últimas amonestaciones, contrajo matrimonio en Córdoba con Isabel Martínez de Morales.5​ Según Palomino, que la llama «Doña Isabel de Carrasquilla» y la dice de familia muy ilustre, también ella fue pintora al óleo.6​ El padre de la novia, Pedro Morales de la Cruz, maestro cuchillero con tienda abierta figuraba inscrito como hijodalgo en el padrón de nobles.7​ El matrimonio se instaló en la calle de la Feria, en la casa con taller que Valdés tenía arrendada desde mayo, cerca de la casa de sus suegros. También en 1647 se documenta el primer contrato de obra, firmado el 7 de junio con Fernando de Torquemada por la ejecución de doce pinturas sobre cobre, cuyos asuntos no se especificaban.8​ Ese mismo año, además, firmó y fechó con precisión el monumental San Andrés de la iglesia de San Francisco de Córdoba, cuadro que Palomino llamó célebre, con la figura del santo de tamaño mayor que el natural «y a los pies un libro, como caído a el descuido, y descompuesto con un desaliño muy caprichoso».9​ El solemne naturalismo de su figura, sumario dibujo y reducida gama cromática, características en las que se advierte la influencia de Herrera el Viejo, se manifiestan también en otra obra temprana: el Arrepentimiento de san Pedro, de la que se conocen al menos tres versiones, la mejor de ellas en la iglesia de San Pedro, en la que contrajo matrimonio, que es la única de las versiones en la que el apóstol aparece de cuerpo entero, y de tres cuartos la conservada en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
 
  
Pinturas para las franciscanas de Santa Clara de Carmona

En 1649, año de la peste, abandonó Córdoba y no reaparecerá documentalmente hasta un año después, cuando en diciembre de 1650 arriende unas casas en la calle de las Boticas de Sevilla, en la parroquia de Omnium Sanctorum. En la misma collación residían su madre y su padrastro, Pedro de Silva, al que la documentación llama alquimista y en ocasiones platero, del que en mayo de 1651 salió fiador para el arriendo de su propia casa.12​ No se conoce, no obstante, ningún contrato de pintura que justifique el traslado a Sevilla ni hay obras firmadas en estos años y hasta 1653, cuando se fecha la Muerte de santa Clara de la serie de la vida de la santa pintada para el convento de las clarisas de Carmona, con las que había firmado el concierto correspondiente el 1 de diciembre de 1652.13
La serie, actualmente repartida entre la colección March de Palma de Mallorca y el Ayuntamiento de Sevilla, se conservó en su lugar hasta 1910, cuando fue adquirida por Jorge Bonsor que procedió a su restauración y regularizó su tamaño, recortando algunos fragmentos con ángeles volanderos actualmente perdidos.14​ Originalmente, según la descripción que proporciona José Gestoso, constaba de cuatro grandes lienzos pintados para decorar los muros del presbiterio, los dos mayores con remates apuntados para adaptarse a la forma de arco ojival del muro. En el lado de la Epístola, en alto, los motivos representados eran, en la parte superior, La toma de hábito de la santa o El obispo de Asís entregando la palma a santa Clara, y la Profesión de religiosa, separados ambos asuntos por una ventana fingida, un pedestal y la figura de un angelote, y debajo, en formato apaisado, El milagro de santa Inés, la hermana de santa Clara, cuyo cuerpo adquirió tal peso cuando quisieron impedir que entrase religiosa, que fue imposible moverla del sitio. En el lado del Evangelio, en alto, el motivo único era La santa deteniendo a los turcos, lienzo que fue dividido tras la intervención de Bonsor en dos cuadros, los ahora conservados en el Ayuntamiento de Sevilla, en los que se encuentran representados la Procesión de santa Clara con la Sagrada Forma y La retirada de los sarracenos, originalmente separados por una ventana abierta en el muro y un lienzo perdido con dos sarracenos huyendo. Por fin, en el mismo muro, debajo, La muerte de santa Clara, con la aparición de Jesús y la Virgen acompañados de un coro de vírgenes, lienzo firmado en letras romanas «JOANNES BALDES // FASI-EBAT-1653».15
Inspirado el relato iconográfico en La leyenda dorada de Santiago de la Vorágine, la sobriedad y equilibrio con que se componen las escenas monásticas —aunque alteradas la composición general y los puntos de vista por los recortes mencionados— muestran todavía cierta dependencia de los modelos de Herrera el Viejo. En La muerte de santa Clara, además, como ya advirtiera Gestoso, repite la composición que del mismo asunto pintó Murillo en 1645 para el convento de San Francisco de Sevilla (Dresde, Gemäldegalerie), aunque los rostros de las vírgenes de Valdés Leal sean mucho más vulgares y el efecto del conjunto más artificiosamente sobrenatural, al hacerlas caminar sobre nubes.16​ Pero en el Asalto de los sarracenos al convento de San Damiano en Asís o La retirada de los sarracenos, el fragmento más singular de la serie, en el que lleva a primer plano violentamente iluminados una masa informe de cuerpos de caballos y sarracenos mortalmente heridos, muestra ya todo el vigor y tensión barrocos de su estilo maduro.

Segunda estancia en Córdoba (1654-1656)

En 1654 se le encuentra de nuevo censado en Córdoba, donde el 26 de diciembre bautizó con el nombre de Luisa Rafaela a su primera hija, a la que educó en la pintura y el grabado. A este momento pertenece posiblemente una de las obras más conocidas de su producción, la llamada Virgen de los plateros (Museo de Bellas Artes de Córdoba), con la Inmaculada entre san Eloy y san Antonio de Padua y un rico acompañamiento de ángeles, que por haber estado expuesta a la intemperie durante más de dos siglos, en la calle de la Platería donde la citaba Palomino, ha sufrido numerosas restauraciones y perdido parte del color y los rasgos característicos de los rostros de Valdés. Estos se conservan mejor en una obra cercana que originalmente estuvo firmada en 1654, la Inmaculada Concepción con san Felipe y Santiago el Mayor del Museo del Louvre, cuyos rostros fuertemente individualizados recuerdan todavía modelos de Herrera combinados con los de Castillo en el dinamismo de los angelotes de la parte superior.​ Un retrato de busto largo sobre fondo neutro de un caballero joven de aspecto severo, con bigote y barba, conservado en colección particular madrileña, destacable por ser uno de los escasos retratos pintados por Valdés Leal de los que hay noticia,se ha identificado con el citado por Palomino como pintado en Córdoba, donde con algunas otras obras hechas para particulares, afirmaba, pintó el retrato del hermano de Juan de Alfaro, el doctor Enrique Vaca de Alfaro, cuando era todavía licenciado, «con tal viveza, que parece el mismo natural».
 
 

 Conservados en la propia iglesia para la que fueron pintados, aunque su disposición actual no sea la que tenían originalmente dentro del retablo, consta el encargo de doce cuadros de muy diverso formato y ambición, dos de ellos —Elías y los profetas de Baal y Elías y con el Ángel— firmados y fechados en 1658, cuando el artista residía ya en Sevilla. Se encuentran aquí algunas de las obras más conseguidas del pintor. El lienzo central de gran tamaño y rematado en medio punto con San Elías arrebatado al cielo aprovecha muy barrocamente el motivo del carro de fuego, envolviendo en llamaradas tanto el carro como los escorzados caballos que lo arrastran entre nubes sobre un amplio paisaje de luces contrastadas. Interesantes son también los dos pequeños lienzos con las cabezas cortadas de san Juan Bautista y san Pablo, un motivo del que no es Valdés el inventor y que responde a una extendida devoción, pero que ha contribuido notablemente a extender la fama de pintor macabro y a atribuirle, sin mayor fundamento, otros numerosos lienzos de igual motivo pero de muy inferior calidad. Los citados lienzos de Elías y los profetas de Baal y Elías y el Ángel, manifiestan en su estilo más avanzado el conocimiento de la obra de Francisco de Herrera el Mozo en la catedral de Sevilla. Pero son los dos lienzos del banco con parejas de santas de medio cuerpo los que han merecido mayores elogios, ensalzados ya por Palomino por la belleza y verdad de sus estudios, que «parecen de Velázquez»

 

Sevilla: pinturas para el Monasterio de San Jerónimo

El amplio conjunto de obras pintadas para el Monasterio de San Jerónimo de Buenavista, firmadas dos de ellas en 1657, justifica el inmediato traslado de la familia a Sevilla donde el 15 de julio de 1656 arrendó una casa en la collación de San Martín, junto a la Alameda de Hércules, actuando como su fiador el arquitecto Francisco de Ribas. Aquí nació su segunda hija, Eugenia María, bautizada el 13 de septiembre de 1657 en la parroquia de San Martín.




Destinadas originalmente a la sacristía de la iglesia, las pinturas de Valdés Leal para el Monasterio de San Jerónimo de Buenavista, en su tiempo extramuros de la ciudad, se agrupaban en dos ciclos: una serie de cuatro lienzos dedicada a la vida de san Jerónimo y otra, formada por doce lienzos de formato vertical, con los retratos en pie de santos y frailes de la orden. Incautados por las tropas del mariscal Soult y depositados en el Alcázar, en 1812 fueron devueltos al monasterio aunque se ignora si volvieron todos. Tras la exclaustración de los frailes decretada en 1835 sus obras de arte se dispersaron y las pinturas de Valdés Leal, vendidas en parte por los responsables de la custodia del edificio, se encuentran actualmente repartidas entre diversos museos y colecciones privadas.
Elogiados por Ceán Bermúdez, que los pone entre lo mejor que pintó,los cuadros de la serie de la vida de san Jerónimo —El bautizo, Las tentaciones y La flagelación de san Jerónimo por los ángeles, conservados en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, firmados y fechados los dos primeros en 1657, y San Jerónimo disputando con los doctores, Dortmund, colección Walter Cremer— presentan notables diferencias y desigual acabado, valorándose especialmente en ellos la riqueza de color y la franqueza y fogosidad de la pincelada, aciertos compatibles con algunas incorrecciones en el dibujo y cierta torpeza en la creación del espacio muy notable en el lienzo del bautizo del santo a los diecinueve años.Ya Aureliano de Beruete advirtió en la brillantez de los colores con que están pintados y el tratamiento de la luz la influencia del Triunfo del Santísimo Sacramento de Francisco de Herrera el Mozo, pintado dos años antes para la catedral hispalense, que habría potenciado los impulsos barrocos de Valdés Leal y su predilección por los motivos dinámicos, con los que acabará de distanciarse de las reposadas y tenebristas composiciones que de los mismos asuntos había compuesto Zurbarán veinte años atrás para la sacristía del Monasterio de Guadalupe.
Distinta por la propia naturaleza de sus asuntos es la serie de los santos y otras figuras venerables de la orden jerónima, quizá incompleta y dispersa entre el Museo del Prado (San Jerónimo y un Mártir de la Orden de San Jerónimo, quizá fray Diego de Jerez), el Museo de Tessé de Le Mans (Santa Paula), el Bowes Museum, Barnard Castle (Santa Eustoquio), la Gemäldegalerie Alte Meister de Dresde (Fray Vasco de Portugal), el museo de pintura y escultura de Grenoble (Fray Alonso de Ocaña) y el de Bellas Artes de Sevilla (Fray Fernando de Pecha, Fray Fernando Yáñez, El venerable fray Pedro de Cabañuelas, Fray Alonso Fernández Pecha, Fray Juan de Ledesma y Fray Hernando de Talavera, obispo de Granada y confesor de Isabel la Católica).Prescindiendo de los efectismos y colores brillantes de la serie de la vida de san Jerónimo, obligado por la severidad de los hábitos monásticos, armoniza valiéndose de las medias tintas las figuras solemnes de los monjes con los fondos de paisaje en los que con pincelada muy ligera evoca algún pasaje de la vida del retratado.

Años centrales de su producción: el oficio de pintor

Firmados y fechados también en 1657 se han conservado el retrato del mercedario fray Alonso de Sotomayor, que llegaría a ser obispo de Barcelona, retratado en el interior de la iglesia del convento de la Merced de Sevilla (colección particular), y Los desposorios de la Virgen de la capilla de San José de la Catedral de Sevilla, donde parece seguir una composición manierista con las consabidas figuras cortadas en primer término, alegre color y factura deshecha.​ Sin aparente necesidad, no faltándole el trabajo, en enero de 1658 se dirigió al cabildo municipal para que se le eximiese de la realización del obligado examen como maestro pintor, alegando que hacía muchos años que practicaba el oficio «en todo lo a el tocante», pero que «por la estrecheça de los tiempos», no había podido examinarse aún.No tardó el cabildo en concederle la licencia solicitada, por la que se le autorizaba a ejercer libremente su oficio por espacio de seis meses,y antes de cumplirse los dos años el municipio lo nombró examinador del gremio de pintores. No es descartable que la urgencia para contar con la preceptiva licencia, eximiéndose del examen, respondiese a su deseo de abrir taller para contratar obras de mayor envergadura y entrar en el negocio de los retablos, a lo que podía aspirar por su amistad con escultores y retablistas como Pedro Roldán, de cuya hija Isabel fue padrino de bautizo el 22 de abril de ese mismo año, el citado Pedro de Ribas, con el que contrató en noviembre de 1659 el retablo de la iglesia de San Benito de Calatrava, y Bernardo Simón de Pineda, de quien años más tarde salió fiador en la contratación de los retablos de Nuestra Señora del Pópolo y del Hospital de la Misericordia.
Los trabajos de dorado y estofado que contrató con frecuencia, titulándose indistintamente maestro del arte de pintor o maestro de dorado y estofado son, por otra parte, los mejor documentados. En este orden se consignan a su nombre las labores de dorado del retablo de San Isidoro y de la mitad de la reja de la capilla de las Angustias de la catedral, 1665; de la reja de la capilla de la Concepción grande y de la antesacristía catedralicias, 1666; del retablo mayor del convento de San Antonio, 1667; del retablo mayor del hospital de la Caridad, 1673; del retablo de la capilla de la Piedad en el convento de San Francisco, 1674; y del retablo mayor del convento de San Clemente, 1680, entre otras.​ De la organización del taller en el que sin duda hubo de apoyarse para abordar estos trabajos apenas se tienen datos. Ya en mayo de 1658, al poco de recibir la licencia municipal que le autorizaba a trabajar en todo lo tocante al oficio de pintor, tomó un aprendiz llamado Juan de Herrera, mozo de dieciocho años natural de Carmona a quien debía enseñar el oficio en el plazo de tres años.​ Antes de concluir ese plazo, en marzo de 1661 consta la recepción de un segundo aprendiz, Antonio Zamaniego, mayor de dieciséis años, al que siguió en 1663 Francisco Silvestre, huérfano de doce años que por medio de curador por ser menor de edad se obligaba a servirle siete años como aprendiz.​ Por el padrón de 1665 se conoce también el nombre de un oficial, Manuel de Toledo, de dieciocho años, residiendo con él.

 

2.Obras:

  • Jesús disputando con los doctores, óleo sobre lienzo, 200 x 215 cm, 1686 [P001161]
  • Mártir de la Orden de San Jerónimo, óleo sobre lienzo, 249 x 130 cm, 1657 [P002582]
  • San Jerónimo, óleo sobre lienzo, 252 x 133 cm, 1656 - 1657 [P002593]
  • San Fernando arrodillado, óleo sobre lienzo, 105 x 73 cm, segunda mitad del siglo XVII [P002960]
  • San Miguel Arcángel, óleo sobre lienzo, 205 x 109 cm, hacia 1656 [P003149]
  • Jesucristo camino del Calvario y la Verónica, óleo sobre lienzo, 161 x 211 cm, hacia 1660 [P006782]
  • Cristo camino del Calvario, óleo sobre lienzo, 167 x 145 cm, hacia 1661 [P007080]
  • Juicio de las postrimerías, óleo sobre lienzo, 105 x 80 cm [P7752]
  • Nombramiento de san Ambrosio como gobernador de Liguria y Emilia, óleo sobre lienzo, 166 x 96 cm, hacia 1673 [P007819]
  • La consagración de San Ambrosio como arzobispo, óleo sobre lienzo, 166 x 109,5 cm, hacia 1673 [P007820]
  • San Ambrosio negando al emperador Teodosio la entrada en el templo, óleo sobre lienzo, 165 x 110,5 cm, hacia 1673 [P007821]
  • San Ambrosio absuelve al emperador Teodosio, óleo sobre lienzo, 166 x 110 cm, hacia 1673 [P007822]
  • Cristo flagelado, aguada parda, pluma sobre papel verjurado, amarillento, 350 x 253 mm, siglo XVII [D000196]
  • La Piedad, aguada parda, pluma sobre papel verjurado, amarillento, 176 x 245 mm, finales del siglo XVII [D003054]
  • Cabeza de caballero , pluma sobre papel amarillento, 110 x 95 mm, siglo XVII [D003789]

 


Situado en la plaza de igual nombre. Allí, toda una sala, la VIII, está dedicada a este maestro. En ella destacaremos:
La Inmaculada Concepción y La Asunción de la Virgen, los mejores cuadros del altar que Valdés realizó para el Convento de San Agustín de Sevilla.

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– Fray Pedro de Cabañuelas  y Fray Juan de Ledesma, dos pinturas de gran formato del antiguo monasterio de San Jerónimo.
La flagelación de San Jerónimo y La tentación de San Jerónimo, realizados para este monasterio, con temas de la vida del santo.
– La serie de cuadros de San Ignacio, procedentes del claustro de la antigua casa profesa de los Jesuitas.
El Milagro de las Abejas, del Palacio Arzobispal.
Cerca del Museo, en la capilla de la Hermandad de la quinta Angustia, Parroquia de la Magdalena, es obra de este pintor la decoración de sus muros por nueve lienzos, destacando la Inmaculada y el Calvario.
Valdés Leal en el Hospital de la Caridad:
Seguimos la ruta por el Hospital de la Caridad, en la calle Temprado (barrio del Arenal). Fue una institución promovida en el siglo XVII por el venerable Miguel de Mañara.
Valdés Leal ingresaría  en la Hermandad de la Santa Caridad, para cuya iglesia del Hospital pintó entre 1671-72 sus obras más famosas.
En los pies de la iglesia tenemos las obras maestras de este pintor: tenebrosas pinturas con la horrible visión de la muerte, temas macabros, con escenas de un impresionante realismo. En particular destacamos:
– Finis gloriae mundi, con cadáveres descomponiéndose y recorridos por asquerosos insectos, esperando el momento de presentarse ante el Juicio Divino y los símbolos de los pecados capitales.

 

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– In Ictu Oculi,  con la muerte llevando debajo su brazo izquierdo un ataúd con un sudario, mientras en la mano porta la característica guadaña.
– En el coro, El triunfo de la Santa Cruz, mural que representa al emperador Heraclio adorando la Cruz y despojándose de sus vestiduras para entrar en Jerusalén, alegoría sobre desprendimiento de las glorias del mundo para acceder a Cristo.
En el Hospital de los Venerables:
Seguimos en el Hospital de los Venerables, barrio de Santa Cruz.
– En la iglesia realizaría la decoración, que compartió con su hijo Lucas Valdes, ya que su salud era precaria.
– En el  presbiterio observar la decoración de la cúpula con imágenes de San Pedro y San Clemente.
– En el del techo de la sacristía el mural del Triunfo de la Santa Cruz. En la del lado derecho se representa a San Fernando entregando la mezquita al Arzobispo y en la del lado izquierdo se muestra a San Fernando ante la Virgen de la Antigua.
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En la Catedral:
– En la Catedral zona norte, podemos visitar.
 – La capilla de San Francisco, en la que tenemos La imposición de la casulla a San Ildefonso, realizada en 1661.
– En el ático de la capilla de Santiago, se encuentra la pintura del Martirio de San Lorenzo de 1663.
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– En la capilla de los Dolores, zona sur, se encuentran los Desposorios de la Virgen y San José de 1657.
De su actividad como orfebre, en el Tesoro Catedralicio, tenemos la custodia de Arfe de la catedral, que sería restaurada bajo su dirección y sobre todo las láminas del libro de Fernando de la Torre Farfán sobre las fiestas celebradas en Sevilla en 1671, con motivo de la canonización de San Fernando.
En otras iglesias, conventos y ayuntamiento:
-En el Convento de Santa Isabel, calle Hiniesta, barrio de la Macarena , encontramos en el muro derecho de la iglesia un lienzo de la vida de San Ignacio de Loyola, procedente de la casa profesa de los Jesuitas.
En el Real Monasterio de San Clemente, calle Santa Clara, barrio de San Lorenzo, visitar las pinturas del muro del coro, que fueron realizadas por Lucas Valdés. En el centro vemos a San Fernando entrando en Sevilla obra de 1682.

-En el Ayuntamiento , Sala Capitular, el cuadro de Santa Clara durante el asedio de Asis por los sarracenos.

-En la Iglesia de la Magdalena, varios cuadros de diferentes Santos en la capilla del Dulce Nombre de Jesús.

-En la Iglesia de San Andrés, donde realizaría la decoración mural de la Capilla Sacramental, representando la Apoteosis Eucarística y  la Virgen del Rosario,su única escultura junto a las pinturas de los misterios.
Valdés Leal fue enterrado en esta iglesia tras fallecer, el 15 de octubre de 1690. En su fachada posterior se conserva una placa conmemorativa.
rtes hay una amplia colección destacando la serie sobre San Francisco de Paula, cuadros de Santa Isabel de Hungría ,La Virgen del Rosario con Santo Domingo y Santa Catalina de Siena y la Alegoría de la orden tercera.

-En Marchena iglesia de San Sebastián, cuadro de la Virgen de los Reyes.

NOTICIAS:
https://elpais.com/tag/juan_de_valdes_leal/a
https://www.diariodesevilla.es/ocio/Caridad-restaura-Valdes-Leal-Sevilla_0_1345065978.html
https://sevilla.abc.es/pasionensevilla/actualidad/noticias/la-exaltacion-la-cruz-sevilla-los-angeles-116923-1505381226.html 

PRESENTACIONES:
https://es.slideshare.net/iesjuliocarobaroja/valdes-leal-1398414
https://es.slideshare.net/robertogr/pintorvalds-leal
https://es.slideshare.net/ElenaLB/pintura-barroca-espaola-12149656
https://es.slideshare.net/tomperez/la-pintura-barroca-espaola
https://es.slideshare.net/mencarcar/pintura-barroca-obras

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