VELÁZQUEZ
DIEGO VELÁZQUEZ
1. Biografía.
Diego
Velázquez fue el pintor barroco español más
importante del grupo porque trató con igual excelencia todos
los géneros: religiosos, mitológicos, retratos, históricos,
paisajes, bodegones, etc. Además de ser, indiscutiblemente,
uno de los mejores artistas de todos los tiempos.
Velázquez
nace en 1599 en Sevilla y muere en Madrid en 1660, realizando sus
obras en la primera mitad del siglo XVII. En España todavía
continúa reinando la Casa de los Austrias. De hecho, Velázquez
será pintor de cámara de Felipe IV.
Se trata de
una época en la que el estilo artístico que reina
es el Barroco, que ha llegado a España desde Italia.
Maestro sin par del arte pictórico, el sevillano Diego Velázquez adornó
su carácter con una discreción, reserva y serenidad tal que, si bien
mucho se puede decir y se ha dicho sobre su obra, poco se sabe y
probablemente nunca se sabrá más sobre su psicología. Joven disciplinado
y concienzudo, no debieron de gustarle demasiado las bofetadas con que
salpimentaba sus enseñanzas el maestro pintor Herrera el Viejo, con
quien al parecer pasó una breve temporada, antes de adscribirse, a los
doce años, al taller de ese modesto pintor y excelente persona que fuera
Francisco Pacheco. De él provienen las primeras noticias, al tiempo que
los primeros encomios, del que sería el mayor pintor barroco español y,
sin duda, uno de los más grandes artistas del mundo en cualquier edad.
La mirada melancólica
Diego
Velázquez fue hijo primogénito de un hidalgo no demasiado rico
perteneciente a una familia oriunda de Portugal, tal vez de Oporto,
aunque ya nacido en Sevilla, llamado Juan Rodríguez, y de Jerónima
Velázquez, también mujer de abolengo pero escasa de patrimonio. En el
día de su bautismo, Juan echó las campanas al vuelo (previo pago de una
módica suma al sacristán), convidó luego a los allegados a clarete y a
tortas de San Juan de Alfarache y entretuvo a la chiquillería vitoreante
con monedas de poco monto que arrojó por la ventana. No le había de
defraudar este dispendio y estos festejos el vástago recién llegado, que
se mostró dócil a los deseos paternos durante su infancia e ingresó en
el taller de Francisco Pacheco sin rechistar.
El muchacho dio pruebas precocísimas de su maña como
dibujante, y aprendía tan vertiginosamente el sutil arte de los colores
que el bueno de Pacheco no osó torcer su genio y lo condujo con suavidad
por donde la inspiración del joven lo llevaba. Entre maestro y
discípulo se estrechó desde entonces una firme amistad basada en la
admiración y en el razonable orgullo de Pacheco y en la gratitud del
despierto muchacho. Estos lazos terminaron de anudarse cuando el viejo
pintor se determinó a otorgar la mano de su hija Juana a su aventajado
alumno de diecinueve años.
Sobre las razones que le decidieron a favorecer este
matrimonio escribe Pacheco: "Después de cinco años de educación y
enseñanza le casé con mi hija, movido por su virtud, limpieza, y buenas
partes, y de las esperanzas de su natural y grande ingenio. Y porque es
mayor la honra de maestro que la de suegro, ha sido justo estorbar el
atrevimiento de alguno que se quiere atribuir esta gloria, quitándome la
corona de mis postreros años. No tengo por mengua aventajarse el
maestro al discípulo, ni perdió Leonardo de Vinci por tener a Rafael por discípulo, ni Jorge de Castelfranco a Tiziano, ni Platón a Aristóteles, pues no le quitó el nombre de divino."
A la conquista de la corte
Pronto
se le hizo pequeña Sevilla a Velázquez e intentó ganar una colocación
en la corte, donde se había instalado recientemente Felipe IV,
rey de pocas luces diplomáticas aunque muy aficionado a las artes y que
con el tiempo llegaría a sentir por el pintor una gran devoción y hasta
una rara necesidad de su compañía. En su primer viaje a Madrid no tuvo
suerte, pues tenía menester de muchas recomendaciones para acceder a
palacio y se volvió a su tierra natal sin haber cosechado el menor
éxito. Hubiera sido una verdadera lástima que su protector y suegro no
le hubiese encarecido y animado a intentarlo de nuevo al año siguiente,
porque de otro modo el prometedor Diego hubiera quedado confinado en un
ambiente excesivamente provinciano, ajeno a los nuevos aires que
circulaban por los ambientes cosmopolitas de las cortes de Europa.
En Sevilla, durante lo que se ha dado en llamar, con
artificio erudito de historiador, su primera época (aunque la obra de
Velázquez es el resultado de una búsqueda incesante), su estilo sigue al
de los manieristas y los estudiosos del arte veneciano, como Juan de Roelas, pero adoptando los claroscuros impresionantes de Caravaggio,
si bien esta última influencia ha sido discutida. No obstante,
Velázquez se decantará pronto por un realismo barroco, audaz y
estremecido, grave y lleno de contrastes, seguido igualmente por Francisco de Zurbarán o Alonso Cano.
Dicho realismo, en su vertiente más popular, había sido
frecuentado por la literatura de la época, y ese mismo aire de novela
picaresca aparece en los Almuerzos que guardan los museos de Leningrado y Budapest, así como en Tres músicos,
donde, sin embargo, desaparece el humor para concentrarse el tema en la
descripción de la maltrecha dignidad de sus protagonistas. Más curioso
es aún cómo, también por aquella época, utiliza los encargos de asuntos
religiosos para arrimar el ascua a su sardina y, dejando en un fondo
remoto el episodio que da título al cuadro, pasan a un primer plano de
la representación rudos personajes del pueblo y minuciosos bodegones
donde se acumulan los objetos de la pobre vida cotidiana. Es el caso de Cristo en casa de Marta y María, cuadro en el que adquiere plena relevancia la cocina y sus habitantes, el pescado, las vasijas, los elementos más humildes.
2. Obras.
Las características
más peculiares y representativas de la pintura de Velázquez
son:
-
Empleo de la perspectiva aérea.
-
Profundidad.
-
Pintura "alla prima", es decir, sin realización de bocetos. Por ello, las correcciones las hacía sobre la marcha y se nota en los numerosos "arrepentimientos" en sus cuadros.
La obra de Diego
Velázquez es divisible en dos etapas: la sevillana y la madrileña
Etapa Sevillana (1599-1623)
En esta fase, Velázquez tuvo como maestro a Pacheco. Con él aprendió a ser un gran dibujante y a organizar las composiciones. Las primeras obras que realizó pertenecen al tenebrismo (tendencia italiana que procede de Caravaggio). Las características de esta corriente son:
Etapa Sevillana (1599-1623)
En esta fase, Velázquez tuvo como maestro a Pacheco. Con él aprendió a ser un gran dibujante y a organizar las composiciones. Las primeras obras que realizó pertenecen al tenebrismo (tendencia italiana que procede de Caravaggio). Las características de esta corriente son:
-
Realismo.
-
Contrastes de luz.
-
Composición diagonal.
Los temas que
Velázquez pintó en esta primera etapa son religiosos
y también populares, extraídos de la vida cotidiana.
Las obras más
importantes son:
Adoración
de los Reyes Magos
En esta pintura, gran parte del escenario está oscuro y sólo ilumina la parte del mismo que quiere destacar. Se trata, por tanto, de un cuadro de estilo tenebrista, realista y composición diagonal.
En esta pintura, gran parte del escenario está oscuro y sólo ilumina la parte del mismo que quiere destacar. Se trata, por tanto, de un cuadro de estilo tenebrista, realista y composición diagonal.
cuerda a un bodegón (con abundancia de naturaleza muerta). Sorprende su exquisito realismo, sobre todo al representar el material en que están hechos los objetos. También es una obra tenebrista.
El Aguador
de Sevilla
Obra de nuevo muy tenebrista y de gran realismo, como se aprecia en las calidades de los objetos.
Obra de nuevo muy tenebrista y de gran realismo, como se aprecia en las calidades de los objetos.
Bodegón
a lo divino
Representa una escena de la vida cotidiana con gran realismo y en el fondo Marta y María con Cristo.
Representa una escena de la vida cotidiana con gran realismo y en el fondo Marta y María con Cristo.
Con estas primeras
obras alcanza un gran prestigio entre la nobleza sevillana lo que
le permite catapultarse e instalarse en el Madrid de los Austrias.
Etapa
madrilena (1623- 1660)
Se trata de
la etapa más amplia de la vida y obra de Velázquez
que a su vez tiene distintas fases.
Inicialmente,
desde 1623 a 1629 se emplea como pintor de cámara de Felipe
IV y a medida que pasa el tiempo consigue mejores trabajos. En este
periodo continúa su formación como pintor, tomando
como referencia las galerías pictóricas de la Corte
madrileña. Además, en esta etapa conoce al genio flamenco
Rubens.
Las obras de
esta primera etapa son:
Los Borrachos
se trata de un tema mitológico protagonizado por el dios Bacco. En este cuadro, Velázquez abandona casi totalmente el tenebrismo ya que distribuye la iluminación por todo el escenario.
se trata de un tema mitológico protagonizado por el dios Bacco. En este cuadro, Velázquez abandona casi totalmente el tenebrismo ya que distribuye la iluminación por todo el escenario.

Las meninas:
También conocido como: La familia de Felipe IV
Autor: Diego Velázquez
Estilo: Barroco español
Tipo: Cuadro
Técnica: Óleo
Soporte: Lienzo
Medidas: 318 x 276 cm.
Año: 1656
Se encuentra en: Museo del Prado, Madrid
Retrato múltiple a tamaño natural, en el que el
personaje central y protagonista es la infanta española Margarita Teresa
de Austria (1651-1673), rodeada de: sus sirvientas denominadas
"meninas", personalidades de la nobleza y el propio
Velázquez.
Es una de las obras más estudiadas de la historia, hoy
en día la principal fuente de información procede de los escritos del
tratadista y pintor Antonio Palomino (1655 - 1726), quien analizó
detalladamente la simbología, técnica, historia y personajes de la
pintura.
La fábula de Aracne:
También conocido como: "Las hilanderas"
Autor: Diego Velázquez
Estilo: Barroco
Género: Alegoría literaria
Tipo: Cuadro
Técnica: Óleo
Soporte: Lienzo
Año: 1657
Se encuentra en: Museo del Prado, Madrid
Esta, junto a "Las meninas",
es la obra más compleja jamás realizada por el artista, tanto es así
que ha sido objeto de variadas interpretaciones a lo largo de la
historia, desde sencillas visiones que valoran lo estético, que
consideran la escena como parte de un taller de costura en un palacio,
hasta complicadas interpretaciones que incluyen mitología y simbolismo
oculto.
La composición discurre en 2 planos de acción, el
primero muestra el movimiento de 5 hilanderas trabajando, ataviadas al
uso de la época. En el plano del fondo aparecen 5 personajes
enigmáticos, interactuando entre ellos y observando un tapiz de
querubines.
La factura técnica, el movimiento y anatomía de los
personajes han sido ampliamente alabados por un sinfín de artistas a lo
largo de la historia.

Comentarios
Publicar un comentario